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Bullicio, aromas y  texturas bajo lonas multicolor
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Bullicio, aromas y texturas bajo lonas multicolor

Mercado de Abastos, punto de comercio por excelencia

  • En promedio, una familia de tres que va al tianguis sabatino gasta mínimo 500 pesos

Lucía Dinorah Bañuelos

ZACATECAS, ZAC.- Bajo lonas de colores, entre aromas, texturas, gritos y apretujones late el corazón del comercio agrícola en baja y mediana escala, al igual que diversas mercancías: es el tianguis sabatino en el Mercado de Abastos.

Doña Toñita recorre dos veces los pasillos “de arriba” buscando los mejores precios, regateando y viendo dónde le dejan escoger los jitomates o las papas “porque luego le quieren vender a uno parejo y no siempre salen buenas las cosas”, se queja.

El afán por recorrer los pasillos “de arriba” y luego la explanada “de abajo”, “con los rancheros, rancheros”, es para hacer rendir los 300 pesos que le da su esposo don Manuel para que compre las frutas y verduras de toda la semana.

“No crea, uno estira lo más que puede ‘el chivo’, porque todo está por las nubes. A veces resulta todo un lujo comer fruta o frijoles porque no le alcanza a uno”, dice doña Toñita al mismo tiempo que selecciona unas papas en la explanada.

Su objetivo cada sábado es comprar -al menos- jitomate, cebolla, papas, chile, calabacitas, zanahoria, unos plátanos, manzanas, frijol, “un cilantrito para una salsa y, si se queda, una garrita ahí en la segunda que sale muy buena”, afirma.

“No siempre le alcanza a uno, mire, ora el jitomate lo hallé a 24 pesos (compra 1 kilo) y la papa a 18 (necesita 2 kilos), ya con eso van 60; el frijol es indispensable, aunque sea de la olla, y está a 30, y necesito de perdido dos kilos…”

“Si uno se pone listo le alcanza, aunque no sea de primera calidad como lo que venden en el walmar”.

“Uno se va midiendo porque aparte hay que comprar el abarrote… de poquito, ya sabe, porque los sueldos están bajitos, los gastos son muchos y todo sube y sube”, dice la señora.

El “palacio de fierro”

Las lonas multicolores sólo dan cobijo a frutas y verduras. En la zona techada con lámina se encuentra todo tipo de mercancía: ropa de segunda y nueva, calzado, aparatos electrónicos, juguetes, herramienta, macetas, fayuca y hasta muebles de baño seminuevos.

El recorrido de los pasillos se hace interminable para don Adrián y su hijo, que aprovechan que mientras su doña Alicia y su hija Rocío compran las verduras, ellos se dan una vuelta por el llamado “palacio de fierro” curioseando todo lo que hay.

“Pues mire, aquí hallé una plomada que me hacía falta y este muchacho no se la acaba con los juegos esos que están de moda y que no dejan que hagan otra cosa”, explica don Adrián.

La familia de Julio aprovechó la vuelta para ir a por una de las tortas que prepara don José a 45 pesos, de chorizo de Malpaso o de bistec, “están bien ricas”, asegura.

En promedio, una familia de tres que va al tianguis sabatino gasta mínimo 500 pesos, entre las frutas y verduras y algún antojito para el almuerzo, sin contar la prenda o calzado que pueda comprar, “para eso llevamos aparte”, aclara José Luis, chofer de un camión expendedor de pan.

Doña Toñita, se limita a los 300 o 350 pesos porque no lleva más, pues su marido, empleado como velador en una empresa privada, gana poco más que el mínimo (141.70 pesos diarios), a él le pagan mil 200 a la semana.

“Con lo que le pagan a mi viejo tenemos que salir la semana, guardar para los recibos y ‘estirar’ lo más que se pueda el centavito pa’ guardar aunque sea de a poquito pa’ las emergencias”, dice optimista Toñita.

“Tenemos dos hijos que a veces nos ayudan, Dios se los pague, pero uno procura tener de todo porque luego van los nietos y pos ellos ¿qué saben de limitaciones?”, dice la mujer.

Doña Toñita compró 1 kilo de jitomate, 2 de papa, 2 de frijol, 1 de plátano, 1 de cebolla, medio kilo de calabacita y 15 pesos de chile serrano, medio de aguacate.

También compró 1 de manzanas, 5 pesos de cilantro, medio de zanahoria, 1 kilo de uva y 15 pesos de ajo.

Le sobraron 7 pesos. Ya no le alcanzó para comprarse el suéter de 30 pesos que le gustó “en la segunda”, “ya será para la otra”, mientras buscaba en el fondo de su monedero más monedas para ajustar el pasaje del urbano de ella y de su nieta que la ayuda a cargar las bolsas.