
El fin del porfiriato
JESÚS DOMÍNGUEZ
El 31 de mayo de 1911 don Porfirio Díaz se embarcó rumbo a París en el barco llamado Ipiranga en un claro ejemplo de exilio. Esto sucedió a consecuencia del estallido de la Revolución Mexicana.
El movimiento iniciado el 20 de noviembre de 1910 en el que se luchaba por establecer una verdadera democracia, terminaba con un gobierno que por más de tres décadas se había afianzado en el poder.
Díaz, desde unos años antes había anunciado que la nación se encontraba preparada para la sucesión presidencial, esto queda confirmado en la entrevista que le dio al periodista estadounidense James Creelman, sin embargo, había voces que aprovecharon la situación para emprender una lucha por la democracia.
Entonces, figuras como los hermanos Flores Magón y principalmente Francisco I. Madero, se levantaron hasta conseguir el objetivo, aun así, antes de lograrlo sintieron el poder del porfiriato porque fueron apresados o exiliados, en otras palabras, el régimen se resistía a fenecer.
Pero como versa el refrán “no hay mal que dure cien años” y por fin el 31 de mayo de 1911 Porfirio Díaz dejaba el país para nunca más volver, pues murió en 1915 en París, Francia, donde continúan sus restos y sinceramente veo muy difícil que se puedan repatriar en el corto y mediano plazo.
Aunque en realidad no es tan necesario, pues lo atractivo de la figura histórica continúa fascinando al gremio historiador y aficionados, pues la producción de obras en donde es el actor principal prolifera año con año.
En este sentido, en recientes meses me he enfocado en las biografías de profesores y otros personajes históricos no tan conocidos, no obstante, continuar recordando a aquellos que, como Díaz, dejaron huellas profundas en la población mexicana es menester de la historia.
Así, mi idea no es deificar o condenar al general oaxaqueño, pues ya en anteriores ocasiones he dicho que la historia maniquea, es decir, la de buenos y malos debe erradicarse, por supuesto esto se muestra difícil debido a que en los ámbitos públicos continúan las expresiones de esa manera.
Por tanto, lo que quiero resaltar es que las nuevas interpretaciones permiten dar cuenta de que Porfirio Díaz fue un hombre de su tiempo, que es cierto que tuvo en sus manos las decisiones de país durante un largo tiempo, pero que también impulsó muchas obras que actualmente continúan en pie y que de alguna manera modernizaron al país. Pero aún así, pienso que continuarán las expresiones dicotómicas en cuanto a su figura.
Es por esa razón que invito a usted que lee, a que busque, no sólo en internet, sino en las antiguas bibliotecas, en las nuevas librerías y en las obras clásicas (que por cierto se venden, en las pocas librerías que hay en Zacatecas y otras se pueden pedir por internet), para que conozca más sobre Díaz, su periodo y su partida, ya que las nuevas interpretaciones nos ayudarán a comprender más al hombre y situarlo en su debido contexto. Mejoremos nuestra conciencia histórica.