
El triángulo dramático, un intento equivocado para conseguir afecto
Sintiendo: ¿Te has sentido “víctima” de una situación o persona en algún momento de tú vida?, ¿has sido perpetrador o “perseguidor” de otra persona?, o quizás ¿has sentido que eres responsable de ser el “salvador” de alguien indefenso?
Hoy hablaremos sobre el triángulo de la dramatización del autor Karpman (1968), abordando la posición de víctima, perseguidor y salvador.
Aprendiendo: Aprendemos estos roles cuando somos niños. Iniciaremos diciendo que imposible que las necesidades del infante sean cubiertas por completo, igualmente es imposible para el niño decir “no” ante las demandas de los adultos, es aquí donde se aprende el rol de “víctima”, rol que es reforzado con creencias del tipo: “la vida es difícil”, “en la vida se sufre”, etc. Karpman señala, que un niño que se sienta víctima en su casa, será un “perseguidor” en la escuela, actuando para satisfacer sus necesidades por encima de los demás o tener la sensación de triunfo o haber ganado por castigar a otros. En la posición del “salvador” se ponen las necesidades de los demás por encima de las propias, porque no conoce las propias, se siente mejor que la “victima” aunque en el fondo está evitando sentir su propio dolor y sufrimiento.
Cada uno de estos roles es actuado desde alguna influencia: el salvador es influenciado por la culpa, la posición de víctima es influenciada por el resentimiento y el perseguidor bajo la agresividad.
Compartiendo: En alguna clase de psicoterapia con la maestra Liz, nos preguntó acerca de cuál de los tres personajes del triángulo nos considerábamos, mi respuesta fue que actuaba desde los tres, pero que prevalecía mayoritariamente la posición de salvador. La maestra me dijo: “el salvador intenta salvar a alguien que no quiere ser salvado y ahí entra en su propio drama”, por supuesto que me quedé reflexivo y meditando sus palabras, y cambió en muchos sentidos la forma en la que asumía esa posición.
Estas actuaciones son intentos justamente de recibir afecto que más nos alejan de ese objetivo.
Para concluir: Esto no quiere decir que no haya actos en los que verdaderamente hay injusticia y violencia y la necesidad de ayudar, de hecho, Arce Choy (1990) elaboró una propuesta ante este triángulo dramático en la que describe estos roles desde una postura más adulta y no infantil. Para la posición de víctima propone la posición “vulnerable” en la que la persona toma consciencia de sus sentimientos e información para resolver los problemas; para la posición de perseguidor propone la postura del “asertivo” en la que el actuante no castiga, inicia negociaciones y pregunta lo que quieren otros; finalmente para la posición del salvador propone la posición de “empático”, en la que no se asumen los pensamientos de otros, no se hacen cargo de otros a menos que les sea solicitado y no hacen lo que no les corresponde.
Es importante darnos cuenta de que, en un gran porcentaje, elegimos estos personajes para vivir, justamente, en la adicción del drama.