
Incendios
Con base en los incendios suscitados en las recientes semanas, me he dado a la tarea de reflexionar algunos puntos, pues son terriblemente dañinos en varios aspectos.
Pero antes, un poco de historia y mitos. En la antigüedad varias ciudades fueron consumidas por el fuego; algunas de manera “divina” recibieron castigos por el comportamiento de sus habitantes y en otros casos provocados por una mente distorsionada, como el caso de Roma que fue mandada incendiar por el emperador Nerón y éste a su vez culpó a la naciente facción cristiana en el año 64 después de Cristo.
Atenas, Alejandría, Sodoma y Gomorra, por mencionar algunas, tuvieron los destinos que comenté en el párrafo anterior. También en este hemisferio del planeta sucedieron casos similares, al menos en los mitos fundacionales.
En sí, lo que quiero expresar es que el fuego ha estado presente en toda la historia de la humanidad, pero si no es controlado y sobre todo, bien utilizado, puede causar problemas graves en las ciudades en donde haya el siniestro.
Regresemos a Zacatecas; desde hace algunos años entre los meses de febrero a agosto principalmente, existe una proliferación de incendios que generalmente son provocados de diferentes formas.
La principal es la que por medio de una intención deliberada se prende el fuego en zonas secas o con potencial de combustión, al no haber un área específica se descontrola y consume muchos metros y hasta hectáreas cuadradas (10 mil metros cuadrados), por supuesto, las corporaciones de protección civil se ven rebasadas y se encuentran en peligro de sufrir algún percance.
El dolo que acompaña la acción de incendiar por “hobbie” siniestro, no sólo afecta la vegetación, sino que acompaña el deterioro a la fauna nativa, el medio ambiente y la salud humana. Lo mismo sucede con los que se provocan sin intención y los que de manera natural suceden; por eso mismo es mucho más detestable el que se haga intencionadamente.
Las afectaciones al medio ambiente generan una mala calidad de vida, pues no sólo se trata del aire contaminado que se respira, sino también de las complicaciones a la circulación vehicular, los daños a casas habitación, a animales domésticos y salvajes y obviamente la vegetación.
Finalmente, en los últimos días he tenido la oportunidad de circular por la periferia de la ciudad y a otras urbes y es desolador el panorama que se observa, pues grandes extensiones de terreno se ven quemadas y más aún, todavía algunas con atisbos de volver a arder.
Ojalá que las autoridades puedan contener y sofocar los incendios, pero sobre todo, que ya no se provoquen, pues no es un juego y genera afectaciones a muchísimas personas, empresas y hasta corporaciones.