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Museo Nacional de Antropología
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Museo Nacional de Antropología

JESÚS DOMÍNGUEZ CARDIEL 

Para los interesados en la Historia y en la Antropología, los museos son espacios que brindan elementos indispensables para su conocimiento, estudio y reflexión, pues las piezas que lo componen resultan invaluables culturalmente hablando.

Por ello es que el Museo Nacional de Antropología situado en las afueras de Chapultepec en la Ciudad de México es una visita obligada para aquellos interesados, profesionales y hasta curiosos de la historia, pues representa la mayor colección de piezas prehispánicas en el país.

Tengo la fortuna de haberlo visitado ya en varias ocasiones y no deja de impresionar la majestuosidad y organización que tiene, pues cada una de sus salas permite transportarse a distintos momentos históricos del pasado prehispánico del territorio nacional.

En su planta baja se encuentran las salas que recorren desde la prehistoria y los primeros asentamientos de la humanidad, entierros, alimentación y vestimenta. Los olmecas, zapotecas, mayas, teotihuacanos, mixtecos, toltecas, totonacas, purépechas y mexicas; todas engalanan una amplia secuencia de elementos culturales.

Agricultura, política, cerámica, piezas monolíticas, esculturas y hasta arquitectura dan cuenta de los principales rasgos de cada una de ellas, pues se pueden apreciar representaciones de las principales construcciones, como templos, estructuras piramidales y hasta deidades incrustadas en ellas. Pero no olvidemos las salas dedicadas a la Gran Chichimeca, donde las culturas más septentrionales tienen sus evidencias y también contribuyen al conocimiento de la etapa prehispánica. Una gran experiencia.

En las primeras visitas sólo conocí la planta baja, sin embargo, posteriormente supe de la sección superior donde se exponen las culturas originarias y que muchas de ellas aun permanecen. Encontré vestimentas, dioramas (maquetas temáticas) de diversos espacios geográficos, de las que más llamaron mi atención fueron: la danza de negros de Veracruz, los quetzales de Puebla y Veracruz y hasta representaciones de matlachines de las zonas norte del país.

Esta parte creo que no es tan conocida, sin embargo, considero debe darse más difusión entre los que nos interesamos no sólo en la historia prehispánica, sino en las manifestaciones culturales y antropológicas del México del presente.

Asimismo, otro elemento a destacar es el diseño del propio museo, pues este proviene de mediados del siglo XX y de la mente de Pedro Ramírez Vázquez, cuando en la década de los 60, se construyó. La idea fue representar parte de la cosmogonía de las civilizaciones mesoamericanas, pues al estar dentro de él pareciera estar en los patios hundidos de Teotihuacán u otra zona arqueológica, pero con materiales y diseños contemporáneos.

Tiene en específico 22 salas permanentes y una para exposiciones temporales. Ahí mismo se encuentra la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia Dr. Eusebio Dávalos Hurtado, reconocida como la más completa en su ámbito en Latinoamérica. 

Recurrentemente, el espacio también es destinado para otro tipo de actividades culturales, tales como ferias de libro, exposiciones de otros países, foros y hasta conciertos de música especializada.

Finalmente, el pasado 17 de septiembre se cumplieron 59 años de su inauguración, cuando en 1964 el presidente Adolfo López Mateos lo hizo, pero hay que destacar que Jaime Torres Bodet fue pieza fundamental en la edificación de tan importante espacio, ya que siendo titular de la Secretaría de Educación Pública impulsó el proyecto. 

Así, si usted va a la CDMX, es una visita infaltable en su itinerario.