Rara Avis: Letras, Arte y Cultura Novohispanas
SALVADOR LIRA
Impreso por el patronato de la virgen de Guadalupe en Zacatecas
En el siglo XVIII en Nueva España el Patronato de la Virgen de Guadalupe fue de los acontecimientos más relevantes, que a la postre generaron diversas manifestaciones de lealtad. Lo anterior, dado que no solamente se trataba de un hecho que anteponía y encumbraba una figura religiosa, sino que en suma consolidaba una idea de identidad a la ya manifiesta línea de patriotismo criollo desarrollada al menos un siglo anterior.
Como contexto, al menos desde 1746 se habían iniciado gestiones para promover a la virgen de Guadalupe en el patronazgo de la Nueva España. El hecho, luego de un largo proceso, fue consolidado el 25 de mayo de 1754 por la declaración del Papa Benedicto XIV por medio de bula. Sobre este hecho, se consolidaron diversos retratos, cabe decirlo, que ya en otros momentos de esta columna hemos abordado.
En la Muy Noble y Leal Ciudad de Zacatecas se realizaron diversas solemnidades por la confirmación del patronato de la virgen de Guadalupe. En perspectiva, se llevaron a cabo durante el mes de septiembre de 1758. Por supuesto, la identificación del mes respondió a la consolidación de un origen y destino de la ciudad, que inclusive ahora sigue vigente identificado en su octavo día.
El impreso es el recuento y muestra interesante del desliz caracterizado por la noción de la fiesta barroca, en la interrelación plena del significado de Monarquía Católica. En general, la comisaría de las solemnidades fue llevada a cabo por los diputados señores José de Joaristi, Teniente General, y por Francisco Xavier de Aristorena y Lanz, Teniente de Infantería Miliciana. La obra salió de las prensas de los Herederos de Doña María Rivera en 1759.
De manera general, la obra íntegra, además de los pareceres y licencias, las descripciones festivas con los diversos adornos y poemas, así como los sermones en las ceremonias públicas. Existe una interesante loa que fue representada, con un inicio simbólico por demás interesante:
Yo, señores, soy el Fénix,
ficción, que corre, que vuela,
y que pocos la conocen,
aunque todos hablan de ella.
Yo vengo resucitado
del sepulcro de mi hoguera:
que donde ardieron incendios
algunas cenizas quedan.
El grabado que adorna la dedicatoria es la representación del águila tenochtitlana, devorando a la serpiente. Se encuentra con estrella y corona regia, en una gran integración, en términos ideológicos, de este reino con la Monarquía Católica. Es una obra que merece un estudio y edición filológica.