Selene Ramírez Briones
¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Así deberíamos analizar el lenguaje, ¿qué fue primero el lenguaje o las estructuras sociales?
Tomaremos como primicia las relaciones humanas y la comunicación entre las personas, posteriormente los acuerdos y reglas que se imponen para hacerlo de una forma “correcta” (la estructura social). Tal cual como funcionan las leyes, la educación o la forma de administrar un gobierno, todas las instituciones que rigen la forma en la que se maneja el mundo, tienen que ver con los conceptos que conocemos.
Este mundo, tan diminuto como controversial, ha evolucionado y así como nombramos y definimos las emociones, las cosas o a las personas, se debiera respetar a cada quien con su individualidad.
Recientemente se generó una polémica sobre el lenguaje incluyente, donde aparece Andra Milla visiblemente alterada, solicitando le llamaran “compañere” durante una clase virtual. Las imágenes se hicieron virales desatando una serie de reacciones, avivando el debate sobre la defensa del lenguaje y la no imposición de una ideología para modificarlo.
Pero, quienes se resisten a la comunicación incluyente y no sexista deben aceptar que han sido adoctrinados por una estructura social que nos dice lo que es correcto y lo que no, dejando ver su real intención, que es la de racionalizar la discriminación, la homofobia y seguir invisibilizando a las personas que no se identifiquen en un esquema de género binario, es decir, quienes no se identifiquen como masculinos o femeninos.
Tengamos un debate honesto, el lenguaje es solo un aporte más a la construcción de género que, como ya mencioné al inicio, tiene como pilares las instituciones sociales como lo son la iglesia, las escuelas, el gobierno y los medios de comunicación; una forma “correcta” de comunicarse, que ha sido impuesta por una de estas instituciones, la muy distinguida Real Academia Española, que, dicho sea de paso y para quienes no lo sepan, es una institución formada desde sus inicios por hombres privilegiados que por el hecho de ser hombres, y con una carga muy notoria de principios sexistas, discriminatorios y por supuesto que van en contra de la inclusión de formas distintas de vivir, que no se alinean a la “normalidad” de ser hombre masculino o mujer femenina.
Recordemos que el lenguaje incluyente es una de las armas de lucha por los derechos humanos, y sin duda es lo que más ocasiona polémicas y acaloradas discusiones, sin embargo, una también importante defensa, como todas aquellas que implican la visibilización y reconocimiento de las personas y sus derechos.
Por eso es que grupos minoritarios abanderados por la “e”, (me uno a ellos) usaremos su estandarte para llevar de forma deliberada el tema a todas las sobre mesas, las escuelas, las instituciones y cualquier plática ordinaria que se preste para resaltar lo verdaderamente importante que es la igualdad de trato para todas las personas, la libre expresión de género y el RESPETO a todas, todos y todes.