
Un poema en contra de Hidalgo en la Nueva Galicia
Un poema en contra de Hidalgo en la Nueva Galicia
SALVADOR LIRA
El proceso de Antiguo Régimen a Nuevos Estados – Nación evidentemente fue largo, con amplias complejidades. Múltiples grupos y posturas se vieron encontradas, por un amplio número de intereses. También, cabe decirlo, se erigieron acciones que ocasionó el enfrentamiento, tanto en ámbitos marciales, como también desde otras tesituras, por ejemplo el arte y la literatura.
Tempranamente, la figura de Miguel Hidalgo para la Nueva España significó un hito de representación. Alejándonos a los derroteros de la historiografía de bronce, la imagen del cura no fue de lo más aceptada, al menos en los espacios en donde se erigía un refrendo por las formas monárquicas inclusive en transición, desde el constitucionalismo gaditano. Si bien, la corriente insurgente buscó erigirlo como una figura prima, en espacios inclusive moderados no vieron con buen ojo al insurgente. Múltiples obras se realizaron en las que en perspectiva buscaron denostar, emparentándolo inclusive con el “señalamiento” a Napoleón Bonaparte tan propio de la época.
Un ejemplo de ello es el impreso Canción elegiaca sobre los desastres que ha causado en el reino de Nueva Galicia, señaladamente en su capital Guadalajara, la rebelión del apóstata del bachiller Miguel Hidalgo y Costilla, capataz de la gavilla de insurgentes, cura que fue del pueblo de la Congregación de los Dolores de la Diócesis de Michoacán. Se trata de un poema compuesta por fray Tomás Blasco y Navarro, de la orden de Predicadores y doctor de la Real Universidad de Guadalajara. La obra fue publicada tempranamente en 1811, en la imprenta de Guadalajara.
Se trata de una obra singular. Cuenta con varias aprobaciones, en el modo del Antiguo Régimen monárquico. Es una elegía, a modo de silva entre heptasílabos y endecasílabos, organizados en 30 estrofas, cada una de 16 versos. Está comentado con notas a pie de página y cuentan con una serie de discursos a modo de glosa.
Los versos son efectivamente en contra de Hidalgo, emparentándolo con la figura bonapartista:
Cantaré pues con plecto lamentable
los hechos inhumanos
de aquel excura infiel y desalmado,
monstruo de los tiranos,
el más abominable,
que la región del tártaro ha abortado.
De la Iglesia apartado
a los vicios más torpes se entregaba:
del fiero Napoleón hizose amigo
para ser enemigo
de la que el ser le daba,
y de honra le colmaba:
cual viborezno ingrato,
que nacen sin razón ni inteligencia,
poniendo su conato
en quitar a su Madre la existencia.
Parte de la glosa en nota a pie de página explica también el cómo el cura llevó a caminos “no adecuados” ante la sublevación marcial:
“Americanos miserablemente fascinados por la astucia del facineroso Hidalgo, ¿qué? ¿Aún así no despertareis de ese letargo en que os halláis? ¿Oh, quién pudiera llamaros con un trueno espantoso que os estremeciera saludablemente, para librarnos del peligro que tenéis de perder vuestras vidas y bienes, y lo que da más lástima, vuestras almas para siempre? ¿Qué? ¿No veis rendidos por vuestros campos más de cien mil compatriotas vuestros por seguir la seducción de este ingrato Sacerdote, que verdaderamente es ciego y conductor de ciegos?”
La obra es parte de una perspectiva en momentos de transición marcial. También, es parte de la formación de la figura de Hidalgo, que como se ve está lejos del “héroe nacional” desde la historiografía de bronce.