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En la mita

Mil 460 días para administrar
la pluralidad en la UAZ

Hablar de la UAZ es referirse a una institución que, además de formar a miles de jóvenes, refleja en sus aulas, laboratorios y espacios de discusión, la diversidad de pensamientos e intereses que conforman su pluralidad universitaria. En este marco, un periodo de mil 460 días -equivalente a una gestión universitaria- implica el gran reto de administrar esa pluralidad para que no derive en fragmentación, sino en una fuerza colectiva capaz de enfrentar los problemas estructurales que definirán el rumbo de la institución en los próximos años. 

La UAZ, al igual que otras universidades públicas, enfrenta la tensión entre mantener la estabilidad institucional y transformarse para responder a las exigencias actuales. El profesorado demanda mejores condiciones, el estudiantado espacios de calidad, el personal trabajador certeza laboral y las autoridades están obligadas a garantizar transparencia y resultados. El verdadero reto es armonizar estas voces en un proyecto universitario común. 

En la práctica, la administración de la pluralidad exige más que buenos deseos. Requiere construir mecanismos de diálogo y participación donde todas las partes encuentren cauces para expresarse y, sobre todo, para ser escuchadas. Una gobernanza universitaria sólida no se limita a resolver conflictos cuando estallan; se anticipa a ellos, genera consensos y establece reglas claras que todos reconocen como legítimas. Este es quizá el punto más delicado: en un espacio tan diverso como la UAZ, la legitimidad no se hereda ni se decreta, se gana día a día con decisiones transparentes, incluyentes y responsables.

Los mil 460 días de gestión transcurren con rapidez. Bien administrados, permiten sentar bases sólidas en la actualización académica, la mejora de la infraestructura, el impulso a la investigación y la vinculación social. Mal aprovechados, en cambio, pueden traducirse en disputas internas y en la pérdida de una oportunidad histórica para consolidar a la universidad frente a la competencia académica, las presiones financieras y la creciente demanda de educación superior de calidad. La clave está en entender que la pluralidad no es un problema, sino un recurso. Una universidad que piensa distinto enriquece el debate, encuentra más soluciones y forma ciudadanos críticos. Sin embargo, para que esa pluralidad sea una ventaja y no una carga, necesita de una administración con capacidad de escuchar, negociar y, llegado el momento, decidir con sentido de responsabilidad institucional. Ahí se juega la diferencia entre el estancamiento y el avance.

Lo que está en juego para la UAZ trasciende su vida interna: seguirá siendo un actor clave en el desarrollo económico, social y cultural de Zacatecas. Para cumplir ese papel, debe gestionar sus diferencias y transformarlas en consensos que refuercen su legitimidad ante la sociedad. En mil 460 días, la gestión universitaria tiene el reto de demostrar que es posible caminar en medio de la diversidad sin perder el rumbo, y que la pluralidad, bien conducida, es la verdadera base de una gobernanza sólida. Porque de esa capacidad dependerá no sólo el presente de la UAZ, sino también el futuro de las generaciones que confían en ella para construir su destino. Al tiempo.