Cuidado individual de la salud y la mejora de los hábitos
En la mira
En un mundo acelerado y estresante, la conciencia sobre el autocuidado y los buenos hábitos es clave para una vida saludable. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el autocuidado como la capacidad de individuos y comunidades para promover la salud, prevenir y manejar enfermedades, con o sin apoyo médico.
El autocuidado incluye acciones que promueven el bienestar físico, mental y social, más allá de la alimentación y el ejercicio. La OMS destaca la importancia de hábitos saludables como la higiene, la alimentación balanceada, el control de salud, la actividad física y la gestión del estrés, los cuales mejoran la calidad de vida y reducen el riesgo de enfermedades crónicas.
La pandemia de covid-19 resaltó la importancia del autocuidado y llevó a muchas personas a ajustar sus hábitos para fortalecer su salud. Aunque se aumentó la conciencia sobre mantener un sistema inmunológico fuerte, el reto actual es mantener y consolidar estos hábitos como prácticas permanentes.
El poder de la información y la educación juegan un papel crucial en la toma de decisiones informadas sobre la salud. Desde la infancia, es esencial que las personas aprendan sobre la importancia de los autocuidados y cómo implementarlos en sus vidas diarias. Escuelas, instituciones de salud y organizaciones comunitarias pueden y deben colaborar para ofrecer programas educativos que enseñen la relevancia de cuidar la salud a nivel individual y familiar.
En México, por ejemplo, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) muestra que las tasas de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares siguen en aumento, un indicativo de que, aunque se han hecho esfuerzos para fomentar la vida saludable, aún hay un largo camino por recorrer en términos de conciencia y autocuidado. Es imperativo que las políticas públicas promuevan un entorno que facilite la adopción de estos hábitos, garantizando acceso a espacios para la actividad física, alimentos saludables y servicios de salud accesibles para todos.
Pero el papel de la comunidad y del gobierno no basta si no existe un compromiso individual. Cada persona debe asumir la responsabilidad de su propia salud, estableciendo metas realistas que incluyan el control del peso, el cese del consumo de tabaco y alcohol, la gestión del estrés y la práctica de actividades que promuevan el bienestar integral y evitar aquellas que dañan el medio ambiente donde nos desenvolvemos como individuos con otras especies vivas.
En este sentido, es fundamental cambiar la perspectiva de la salud como algo que se “atiende” sólo cuando hay un problema, y comenzar a verla como una responsabilidad diaria. Adoptar hábitos saludables es un proceso que requiere tiempo, pero los beneficios que aporta a largo plazo superan ampliamente el esfuerzo inicial.
La invitación es clara: invertir en nuestra salud es invertir en nuestro futuro y en el bienestar de quienes nos rodean. Al fomentar prácticas saludables y sostenibles, contribuimos a la construcción de sociedades más sanas, resilientes y con una mayor calidad de vida, capaces de enfrentar desafíos y crisis con una base sólida de bienestar colectivo. Al tiempo.