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Que res no fos urgent
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Que res no fos urgent

 

Carlos Saucedo Medrano

curromedrano05@gmail.com

 

 

Somos ajenos a la tranquilidad. En la era de la inmediatez, es muy difícil mantener la calma y hacer las pausas necesarias en el camino para tomar las mejores decisiones. Vamos tarde al trabajo y a la salida demandamos la inmediatez del alimento. Vamos tarde al encuentro con Morfeo y a la mañana siguiente la prisa nos carcome al preparar el desayuno o planchar las camisas. La prisa siempre.

Aunado a la inmediatez inherente de esta era, existe otra de similar vertiente: la inmediatez en la edad joven. Por ello se crea una conexión común entre la juventud y la falta de sosiego. A los jóvenes nos vinculan con la desesperación, los famosos arranques y la falta de temple en situaciones determinadas.

José Carlos Arévalo, en su célebre obra “El Secreto de Armillita” menciona que los toreros jóvenes tienen que vivir vida de adulto. Y esa obligada disciplina en los nóveles espadas los diferencia del resto de sus coetáneos. En el caso reciente de Isaac Fonseca, una decisión precipitada lo tiene en el hospital con las secuelas lógicas de una luxación en el codo que no se rehabilitó en su totalidad.

No fue lo más acertado acudir a la Feria de San Fermín con el antecedente lesivo de su actuación en Cutervo, Perú. Si bien las ganas de volver a comparecer en una plaza tan importante y mediática como lo es la de Pamplona pudieron más que el raciocinio y la lógica, este antecedente ubica al torero Michoacano en una coyuntura compleja.

Y si bien la Casa de Misericordia, encargada de organizar las corridas de esta feria, no parece que tendrá un saldo deficitario al final de las mismas, objetaría sus reservas al momento de volver a contratar a un espada que fue avisado del riesgo que supondría torear en su estado de salud. Fonseca hizo el paseíllo, sólo toreo a uno de sus dos toros, no pudo estoquear al primero y al final terminó en la enfermería.

Bien afirmó Curro Romero que es muy difícil comer despacio cuando se tiene hambre. Fonseca no deja de tenerla. Mucho menos se traiciona a sí mismo al pasar por encima de las recomendaciones médicas con el afán de torear. Sin embargo, es tiempo propicio para que todo el torrente de entusiasmo que espasma su cuerpo, se calme y reflexione, lo anterior con el objetivo de redefinir sus objetivos de cara al cierre del año taurino.

Una pausa en el camino. Un momento para respirar y templar al interior. Como él templó el 2 de julio en Madrid al primero de su lote. Como cantó Serrat en la Barcelona asediada por los turistas que asfixian al catalán más castizo:

Que res no fos urgent.