Salvador García y Ortega: el atraco a la ilustración

Las 7:00 en punto de la tarde. Un hombre de estatura mediana, cabello abrillantado y zapatos Oxford se dirige al centro de la plaza. La batuta color marfil es levantada por sus dedos de experiencia del atril negro y las campanadas de catedral pregonan entre los vientos que el concierto está por comenzar. Suena el Cielo Andaluz y las palomas de la balaustrada del Mercado González Ortega emprenden su vuelo pavoroso. La Plazuela Goitia se extrae del resto del mundo. Es sólo la plazuela con su banda, con sus pasodobles y con su público.
¿Cómo podemos definir la cultura de Zacatecas? ¿Cuáles son esos símbolos, ritos y tradiciones que nos distinguen?
Dentro de ese conjunto de cantera, plata, tamborazo, mezcal, toros y charrería; hay una figura convergente; un hombre unifica los criterios y el celo característico del zacatecano de a pie, para transitar al reconocimiento y valoración nada fáciles de recibir por esta grey del cielo cruel. Ese hombre es Salvador García y Ortega.
Ya sea engalanando un concierto de jueves por la tarde en la Plazuela Goitia o abriendo paso entre la multitud en un desfile de domingo o fumando un rico charuto en tarde de toros; Salvador es rasgo identitario de Zacatecas. Él es la simbiosis con nuestra entidad. Nuestro estado se ve en él. Por eso, resulta una falta de respeto calumniar su persona y atentar contra su dignidad. No es borrar al Director de la Banda del Estado, es borrar años de constancia y de paso a nuestra cultura de un plumazo.
La cultura de la música, de los toros, de las Morismas de Bracho, de la Semana Santa; la cultura como un buque insignia que tiene en el timón a este hombre chapado a la antigua que nunca ha perdido el porte ni la categoría y que, por mucho que se esmeren desde las altas esferas del poder gubernamental en calumniarlo, seguirá portando impoluto su traje y su corbata de seda.
De un tiempo a la fecha, algunos gobiernos adoptaron la encomienda de usar su poder como borrador de la memoria. Piensan que el detentar la silla donde se toman las decisiones los faculta de erradicar, con la goma de la insensibilidad, la historia y la cultura de sus pueblos; sus memorias y sus personajes célebres.
Hoy, que desde el Instituto Zacatecano de Cultura se consuma este atraco a la ilustración de Zacatecas, deseo quedarme con el mejor recuerdo de nuestro Director de la Banda del Estado. No hay otro mejor que cerrar los ojos y divisarlo en el tendido de sombra general, en la Monumental Plaza de Toros, al momento de tocar un pasodoble.
Larga vida a Salvador García.
