
Marzo, es un mes muy importante para las mujeres y para todas las personas, debido a que, en muchos países del mundo, incluyendo a México se conmemora el Día Internacional de la Mujer, pero más allá de hablar de este tema y emitir diferentes opiniones considero que es preciso recordar el contexto en el que nació esta lucha por reconocer los derechos de las mujeres en una sociedad donde la participación femenina se encontraba tan limitada.
Para hablar un poco sobre la historia de este día, es necesario remontarnos a los primeros años del siglo XX, cuando en países europeos y en Estados Unidos las mujeres comenzaron a salir a las calles para protestar y manifestarse con el objetivo de exigir igualdad de género, derecho a emitir el voto, mejores condiciones y oportunidades laborales. Y fue hasta 1977 cuando la Asamblea General de la ONU lo adoptó como el Día Internacional de la mujer.
Sin duda alguna, un día que provoca una serie de comentarios en toda la sociedad, pero no podemos perder de vista los diferentes objetivos y las luchas que cada mujer lleva y han llevado por dentro a lo largo de los años. Un movimiento que ha generado incomodidad, pero ha transformado situaciones que solo buscan hacer sonar las voces que por mucho tiempo han sido silenciadas.
Desde la esencia del movimiento se busca construir una sociedad que no sea machista, ni misógina, acabar con la violencia hacia las mujeres que lamentablemente hasta el día de hoy se sigue registrando, acortar las brechas de género, seguir mejorando las condiciones laborales y construir una sociedad más igualitaria en la que se tome en cuenta la opinión de todos y que ser ‘ser mujer’ no sea un impedimento para crecer y seguirse desarrollando en cualquier ámbito que cada una desee.
Gracias a la lucha de muchas mujeres en el pasado hoy algunas de nosotras podemos gozar de derechos como acudir a la escuela, elegir una carrera universitaria, ejercer nuestra profesión, votar y ser votadas, ocupar puestos de representación popular, hablar en tribunas, elegir sobre nuestra vida privada, no obstante, esto no lo es todo y aún hay un arduo camino que recorrer, brechas que acortar y mucho por lo que luchar, no todas las mujeres nacen y se desarrollan bajo las mismas condiciones, no todas pueden acudir a una escuela, mucho menos hablar en público, aún existen comunidades, incluso en nuestro país en donde las niñas no solamente son obligadas a contraer matrimonio y utilizadas como moneda de cambio, en donde no pueden recibir una educación de calidad y no tienen el derecho de decidir por sí mismas, y estas son solo algunas las situaciones por las que seguirá valiendo la pena luchar, salir y alzar la voz.
Soy hija, hermana, nieta, amiga, prima, tía, soy mujer, honro a quienes lucharon para que el día de hoy pueda alzar mi voz, y trabajo para que mis futuras generaciones no sean silenciadas.