
La función didáctica de los devocionarios: un caso singular
Salvador Lira
Los devocionarios son tipos de textos que instruyen, con una amplia función didáctica, en la cual dan pauta a determinadas formas de oración, con funciones doctrinales y agregados de variado interés como ya ha apuntado Ángel Nicolás Robles Rojo en su edición de la Muralla zacatecana… de José Mariano Estaban de Bezanilla en su tesis de Maestría en Educación Histórica. De momento, podría decirse que el prototipo básico es el encuentro de una serie de palabras y acciones que coadyuvan en la manera de hacer los rezos y encontrarse con la reflexión o bien el estado de la conciencia. No obstante, cabe señalar que los agregados textuales dan pauta a entender las múltiples funciones que pudieran tener, así como los contextos, los circuitos de circulación y las posibles pertenencias de estas formas de testimonios. De allí que encontremos impresos de amplio formato, respecto a otros más pequeños, puesto que dependía de su intención y difusión. Algunos, inclusive, cuentan con la marca del “autor”, mientras que otros únicamente explicitan las del impresor.
Un caso singular es un devocionario que apareció en 1813 en Puebla de los Ángeles. Su impresión corrió a cargo de Pedro de la Rosa. La obra carece de un título y de “referencia de autor”. De hecho, los datos del impresor y difusión mercantil se encuentran en la parte final, en el último folio. Es un librito de pequeño formato, para uso y transporte sencillos.
En términos devocionales, cuenta con los elementos e instrucciones básicas. Se explica cómo debe hacerse la señal de la cruz. Prosigue el texto con la inclusión del “Padre nuestro”, el “Ave María”, el “Credo” y la “Salve Regina”, todos en castellano. Después, se explican los mandamientos de la ley de Dios, dados según la Biblia a Moisés, los mandamientos de la Iglesia, los sacramentos y los artículos de la fe.
Finalmente, de manera breve, explica cuáles son las obras de misericordia, los pecados capitales y las siete virtudes que se contraponen, los enemigos del alma, las potencias del alma, los dones del espíritu santo y la oración de la confesión general.
Lo interesante del devocionario es que inicia con el “Abecedario” en minúsculas y mayúsculas. Además, integra un silabario de las formas básicas con cada letra, así como su integración en formas combinatorias, como “Ban ben bin”, “Gan, gen gin”, “Bla, Ble, bli”, “Dra, dre, dri”, “Guan, Guen, Guin”, etc. Se trata, por tanto, de un devocionario con fines didácticos seguramente utilizado para la enseñanza de la oración en las primeras letras. La portada muestra a un niño Jesús con pella, sobre el escudo de armas de la Monarquía Católica. La obra requiere sin duda de un estudio mucho más amplio. Por el tiempo de publicación, podría considerarse como un texto que reforzaría los procesos de enseñanza, en las directrices planteadas por la Constitución de Cádiz, hecho que por supuesto requiere de documentación y análisis para forjar un argumento en sus justas dimensiones.