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Inicio y Consumación XXIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B 
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Inicio y Consumación XXIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B 

 

“Dijo Pedro: ‘Tú eres el Mesías’… El que quiera venir conmigo… Es necesario que el Hijo del hombre padezca mucho” 

Marcos 8, 27-35 

En unos días más conmemoraremos el centésimo segundo aniversario de la consumación de la independencia de México. A simple vista no ha habido tantos preparativos para la ocasión, como los que hicimos hace 11 años en el 200 aniversario de su inicio. ¿La pandemia? ¿El cambio de régimen? ¿Agotamiento de la libertad? ¿En espera todavía de la consumación? ¿Cuestión de visión, interpretación, intereses varios? No sabría decir el por qué; los hechos dicen su palabra y sus intérpretes la suya, según convenga. 

En la lucha por la independencia de cada día celebramos o cuestionamos más el inicio de la vida que su consumación. Quizás la expectativa de quién será y lo que será es más llamativa que lo que testimoniamos al pasar el tiempo. Sea lo que sea, la ocasión amerita y nos da la oportunidad de reflexionar en los acontecimientos que nos dan identidad, sentido de pertenencia y de trascendencia. El inicio apunta a lograr un ideal que está más allá de las circunstancias y protagonistas del momento. Su consumación queda como tarea permanente como bien dicen nuestros obispos (Cf. La consumación de la Independencia: una tarea permanente, septiembre 03, 2021). 

Durante los meses interminables de la pandemia hemos tenido la oportunidad de leer, meditar y reflexionar sobre las cuestiones fundamentales de la vida; lo han compartido quienes han vivido esta desconcertante y fatigosa experiencia. En el confinamiento forzado -aparente paradoja- hemos tenido tiempo para volver a considerar los valores que sustentan y sostienen la vida: la familia, la amistad, la libertad, el amor, la justicia, la paz, la solidaridad, la humildad… la fe en Dios. 

Volvemos al inicio de la vida en momentos que parecen ser su consumación; confinados es cuando el espíritu se pasea por todos los confines de la libertad. El Evangelio de Jesucristo ilumina y puede transformar estas vetas existenciales. 

Mucho tenemos que aprender de la Palabra proclamada este domingo. Jesús nos pide una auténtica y firme decisión ante la vida, cualesquiera que sean sus circunstancias. Su presente y su futuro se deciden en un acto de libertad, el más profundo e intenso de todos: creer o no creer, creer bien o ‘irse por la libre’, dejar ir la vida ‘como sea’ o comprometerse a fondo. La fe en Jesucristo es algo muy serio ya que toca las entrañas más íntimas de la libertad y sus acompañantes. 

Jesús pregunta y evalúa la libertad de los suyos. Hay dos opciones: ‘perder la vida por el Evangelio’ o ‘ganar todo el mundo’. La primera es más exigente y comprometedora: es el camino de la libertad del amor. La segunda aporta beneficios aparentes e inciertos: corrompe la libertad. 

Espero que apostemos nuestra humilde libertad a la entrega total de la vida; entonces la independencia nacional tendrá un desarrollo verdadero, justo, solidario… y una consumación permanente… Si nos decidimos por la segunda, la corrupción ganará terreno y nuestra nación seguirá ‘temblando’ en su centro, las periferias y el ciberespacio.