El comercio en la era digital
Luna Nueva
Hablar de crisis económica en estos tiempos es hablar de una triste y cruel realidad para mucha gente en este país en el que la mayor parte de la población vive de manera precaria y con la esperanza muerta de encontrar un empleo; pedir que sea bien remunerado y con prestaciones ya es avaricia, pues en estos tiempos la mayoría se conforma con tener un ingreso constante.
A pesar de lo que los gobiernos nos quieren hacer creer, de que con sus políticas públicas han ganado terreno a la pobreza, la verdad es que las cifras sencillamente enmudecen cuando volteamos para cualquier lado y vemos que ahora más que nunca antes hay gente vendiendo lo que puede y donde puede.
De acuerdo con las mediciones de la Organización No Gubernamental México, Cómo Vamos, Zacatecas está en semáforo rojo en Pobreza Laboral a pesar de que se recuperó un poco al pasar de 48.6% a 47.2%, cuando el mayor al nivel nacional es de 35 por ciento.
En otras palabras, es muy alto el porcentaje de las personas que viven en Zacatecas que no puede adquirir la canasta básica alimentaria con su ingreso laboral. A pesar de las famosas becas que reparte indiscriminadamente el gobierno, las personas se ven obligadas a buscar ingresos extra porque sus salarios son insuficientes o de plano se aventuran en el comercio.
Es por ello que para donde volteemos, vemos cómo proliferan puestos improvisados afuera de las casas donde venden ropa usada, comida, fritangas y todo lo que se puede vender.
Las redes sociales toman un papel preponderante y se convierten en un claro ejemplo de la venta impersonal que se consolidó con la aparición de la pandemia de Covid-19, pues se potenciaron como un mercado nuevo en el que todos, desde grandes empresas hasta un ciudadano común, cualquiera, puede ofertar productos y servicios de todo tipo y precios.
De esta manera encontramos verdaderos emporios comerciales ofreciendo sus mercancías por Facebook y WhatsApp en trato directo con los potenciales compradores.
Hay grupos en WhatsApp en los que se puede vender desde un par de zapatos de segunda mano -o pie propiamente dicho-, hasta autos nuevos y seminuevos o casas de todos tamaños y presupuestos.
Una de las principales razones para el éxito arrasador de las ventas por redes sociales, es que las mercancías pueden ser expuestas a decenas, tal vez centenas de consumidores sin necesidad de invertir mucho dinero ni tiempo, se puede “mover” una publicación desde cualquier parte, incluso en horario laboral cuando el que vende tiene un empleo formal.
En este tenor, quienes tienen ya establecido su negocio, pueden expandirlo; quienes no tienen un local, igual pueden ofrecer sus productos a la mayor cantidad de gente posible.
Pero… ¿qué tan seguro es vender por redes sociales? Cuando uno acude a comprar a un supermercado, tienda de conveniencia o cualquier comercio establecido, los consumidores tienen la certeza de que lo que van a pagar es lo que quieren y al mismo tiempo saben que para poder llevárselo deberán pagar la cantidad exacta de su compra, el vendedor no aceptará un peso menos y el comprador evidentemente no estará dispuesto a dejar un peso de más.
Vender por redes sociales resulta un albur para ambas partes; se puede recibir mercancía muy diferente a lo que se esperaba y el comerciante podría perder dividendos si su cliente no cumple su palabra de pago puntual.
En suma, vender por medio de las redes sociales facilita el comercio, por mucho, a quienes viven de las ventas sin necesidad de desembolsar en publicidad, los pagos renta de un local comercial, de servicios e insumos y, en algunos casos, los consecuentes y exagerados impuestos que los asfixian, “las mordidas” que piden o exigen servidores públicos corruptos y las extorsiones, tan conocidas en nuestro tiempo.
Además este tipo de ventas se ha convertido en una nueva “cadena de sobrevivencia” para la economía local, pues no sólo quien compra satisface una necesidad, también lo hace el que vende, el que entrega la mercancía, el que provee de las líneas telefónicas y las de internet, el que abastece de combustible para los vehículos en que se mueven los productos, el que vende refacciones y equipos de protección, etc.
Sólo donde vivo, hay dos grupos: el formal donde se tratan asuntos de relevante importancia para todos los colonos y el de ventas, donde cualquier vecino puede anunciar lo que vende desde jitomates, comida, antojitos, golosinas y servicios como cortes de cabello, aplicación de uñas, lavado de autos, etc… todo en un claro ejemplo de la evolución del comercio en la era digital.