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Reconocimiento de México por España
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Reconocimiento de México por España


El 26 de septiembre de 1859 España reconoció al gobierno de México como independiente de ellos, pero específicamente al que se había establecido y era de corte conservador, esto bajo la firma del Tratado Mon-Almonte.
Así versa la efeméride, pero vayamos un poco más adentro. Este proceso fue complejo pues desde 1821 el naciente país mexicano firmaba su acta de independencia. Pero no por eso se piense que inmediatamente todo el país tomó un rumbo distinto y sobre todo, los demás países del mundo lo reconocieron inmediatamente.
Precisamente, algunas potencias de aquel tiempo tardaron en dar el ansiado reconocimiento, y es que no sólo es hacerlo porque sí, sino que hay muchos elementos en juego, de los que destacan, las relaciones diplomáticas entre los involucrados. Me explico: España tenía el reconocimiento para gobernar en la Nueva España (México a partir de 1821), y quienes tenían relaciones con ellos no querían romper dichos lazos.
Entonces, buscaron tersar la situación para no contravenir los propios convenios y a través de ello mantener la sana comunicación. Así, con el paso del tiempo Reino Unido, Francia y Estados Unidos mostraron su anuencia hacia la soberanía mexicana, pero España no.
Así, el 28 de diciembre de 1836 oficialmente se reconoció a México como país libre. Pero como se sabe, los años siguientes hubo movimientos considerables por establecer un gobierno sólido, mismo que no se afianzó hasta pasando el mediodía decimonónico.
Por tal motivo, en su lucha por asirse del poder, la facción denominada por la historia como “conservadora” realizó varias acciones, entre ellas fue la firma del Tratado Mon-Almonte, el cual se firmó el 26 de septiembre de 1859, es decir, 23 años después.
El documento fue signado por el general Juan Nepomuceno Almonte (hijo de José María Morelos y Pavón) y Alejandro Mon, representante de la reina Isabel II. Con esta acción México volvió a establecer relaciones diplomáticas con España.
Conviene decir que se habían roto debido a que asesinaron a unos españoles en Chiconcuac y en San Dimas. En el papel quedó asentado que se pagarían algunas indemnizaciones y algunas otras obligaciones que Santa Anna autorizó.
La historia no se juzga, pero si se pueden comprender algunos acontecimientos en su contexto y para ello, comento lo siguiente: como se sabe, el próximo 1 de octubre es el cambio de Poder Ejecutivo en México y se ha difundido la noticia de que el rey Felipe V de España no vendrá al acto protocolario.
Algunas personas, como dice un buen amigo, se han rasgado las vestiduras ante el hecho. Sin embargo, con el ejemplo histórico anterior podemos ver que no siempre han sido muy tersas las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Con ello, no significa que vaya a haber un intento de reconquista o un posible ataque, simplemente que en este momento no hay comunicación aceptable entre ambos, y es que lo negativo aquí es que se hayan distanciado, en estos momentos, por un nacionalismo mal entendido y por el exhorto de disculpas de un proceso lejano y ya finito.
En otras palabras, termino con una idea que ya escribí y considero puntualizar. Los procesos históricos no se juzgan sino que se analizan, comprenden y explican de acuerdo a su historicidad. Ojalá se suavicen las relaciones diplomáticas entre México y España, no como sumisión, sino como Estados-nación contemporáneos y con intereses en común.